Los auditores internos deben adherirse a un conjunto de principios éticos para garantizar la calidad de su trabajo y mantener la confianza de los stakeholders. Algunos de estos principios incluyen la integridad, la objetividad, la confidencialidad y la competencia profesional.
Integridad: Los auditores internos deben actuar con honestidad y responsabilidad en todas sus actividades profesionales. Deben ser justos e imparciales en sus juicios y evitar cualquier tipo de conflicto de intereses.
Objetividad: Los auditores deben mantener una perspectiva imparcial y objetiva al realizar sus evaluaciones. No deben permitir que sus opiniones, prejuicios o intereses influyan en sus conclusiones.
Confidencialidad: Los auditores internos deben respetar la confidencialidad de la información que obtienen durante el curso de su trabajo y no divulgarla inapropiadamente.
Competencia profesional: Los auditores deben mantener y mejorar continuamente sus conocimientos y habilidades profesionales. Deben asegurarse de que su trabajo esté respaldado por conocimientos técnicos sólidos y cumplir con las normas y regulaciones aplicables.
Además, el Instituto de Auditores Internos (IIA) establece un Código de Ética que proporciona una guía para que los auditores internos cumplan con sus responsabilidades éticas. Los auditores internos que siguen estos principios éticos y las pautas del IIA ayudan a fortalecer la confianza en sus organizaciones y garantizan la calidad y eficacia de sus auditorías.