Si operas en el campo de la externalización de servicios, es probable que te veas en la necesidad de obtener informes de tipo 1 o tipo 2, lo cual podría generar diversas interrogantes.
Cuando nos involucramos en la prestación de tales servicios, es común que nuestros clientes planteen preguntas acerca de los plazos involucrados, el grado de esfuerzo requerido para la auditoría, cómo se someten a prueba los mecanismos de control y los costos asociados a esta inversión.
La elaboración de un informe de tipo 1 exige llevar a cabo pruebas de diseño e implementación, mientras que para los informes de tipo 2 se añaden pruebas de eficacia operativa. En este artículo, abordaremos las distinciones entre una prueba de diseño y una evaluación de la eficacia operativa de un control, así como el proceso que implica llevar a cabo este tipo de pruebas durante una auditoría.
Distinción entre Prueba de Diseño y Evaluación de la Eficacia Operativa
La prueba de diseño tiene por finalidad confirmar que un control está debidamente concebido y puesto en práctica, es decir, que ha funcionado al menos en una ocasión. Se busca verificar si la entidad proveedora de servicios ha identificado los riesgos que pueden afectar la consecución de los objetivos de control fijados en la descripción del sistema. Los controles detallados en la descripción brindan una seguridad razonable de que, si funcionan como se espera, los riesgos no interferirán con el logro de los mencionados objetivos. Esto incluye la aplicación de dichos controles por parte de personas con la autoridad y habilidades necesarias.
Las principales etapas de las pruebas engloban:
- Analizar el diseño del control.
- Realizar una prueba de simulación.
- Inspeccionar la ejecución del control.
- Comprobar la competencia y autoridad del responsable del control.
A través de estos procedimientos, el auditor puede confirmar y reflejar en un informe de tipo 1 que la entidad ha concebido el control tal como lo afirma.
Evaluación de la Eficacia Operativa
La evaluación de la eficacia operativa se lleva a cabo para los controles que han demostrado ser adecuados en su diseño. Esta evaluación responde a la pregunta de si un control específico ha funcionado de manera coherente durante un período previo (generalmente 12 meses).
Para evaluar la eficacia operativa, el auditor deberá examinar una muestra de eventos que han desencadenado la puesta en marcha del control a lo largo del periodo de auditoría. El tamaño de la muestra dependerá del tamaño de las poblaciones sometidas a muestreo, normalmente se recurre a tablas de frecuencias de control como guía.
El auditor debe cerciorarse de la integridad de los datos proporcionados por el cliente para garantizar que cada evento en la población elegible para muestreo tenga la posibilidad de ser seleccionado.
Para ejecutar el control, el auditor obtendrá de la muestra seleccionada todos los informes, resultados de cálculos de usuarios finales, consultas o presentaciones en Power Point generadas por el responsable del control. Además, es importante documentar adecuadamente cada Información Preparada por el Cliente (IPC) y determinar su adecuación.
Los resultados de la evaluación permitirán respaldar, en un informe de tipo 2, la afirmación de que el control ha operado durante el período de evaluación.
En conclusion, la prueba de diseño representa una instantánea en el tiempo, mientras que la evaluación de la eficacia operativa de un control interno examina su funcionamiento a lo largo de un periodo. Esta evaluación requiere de una muestra representativa. En consecuencia, la elaboración de un informe de tipo 1, que se centra solo en la fase de diseño de los controles, es menos demandante en términos de tiempo y esfuerzo en comparación con las pruebas a largo plazo de la eficacia operativa, propias de un informe de tipo 2.
No obstante, la evaluación de la eficacia operativa en un informe de tipo 2 brinda un mayor nivel de confianza a los lectores del informe en cuanto al correcto funcionamiento del entorno de control interno de la entidad.