Cuando un cliente decide contratar un servicio de auditoría, lo cual conlleva un costo específico, existen diversas motivaciones para esta elección. En muchos casos, el resultado de dicha auditoría adquiere un carácter de interés público, ya que la opinión o informe generado se vuelve accesible para terceros, quienes no siempre son identificados y, en última instancia, llega al conocimiento del público en general.
El desenlace de una auditoría puede revestir una gran importancia para instituciones financieras, organismos gubernamentales de supervisión, autoridades fiscales, inversionistas y otras partes interesadas que confían en la imparcialidad y la integridad de los auditores que llevaron a cabo el trabajo.
Credibilidad en la Información Financiera
La información financiera auditada de muchas organizaciones, en particular aquellas que cotizan en bolsa, se encuentra ampliamente disponible en múltiples fuentes, como la internet, y se emplea en los análisis, predicciones y tendencias elaborados por analistas financieros y economistas. Si esta información auditada presenta inexactitudes, dichos errores afectan la credibilidad de los análisis relacionados.
Es evidente que los auditores deben desempeñar su labor de manera que inspire confianza en el público. El auditor debe obrar con honestidad y equidad en todo momento, y siempre demostrar un alto grado de competencia profesional (aunque este estándar debería aplicarse a todas las ocupaciones y profesiones). Esto conlleva un compromiso ético que no admite la alteración de una opinión debido a presiones externas o compensaciones indebidas.
Principios Éticos que Guían a los Auditores
Algunos de los principios que guían la actividad de los auditores en aras del interés público y del desarrollo de la profesión son la integridad, la independencia y la objetividad, así como la diligencia debida. A continuación, se brinda una breve explicación de estos conceptos:
Honestidad
Dentro del ámbito de la auditoría, la integridad se refiere a la observancia de un conjunto de valores y normas éticas. La integridad se manifiesta cuando se opta por hacer lo correcto, incluso cuando existen desacuerdos con el cliente en relación con la información contenida en los estados financieros y los informes analizados. Los auditores siguen directrices y orientaciones específicas, tal como lo hacen los contadores que preparan la información financiera. Es fundamental respetar tanto el fondo como la forma de las normas técnicas y éticas.
La “esencia sobre la forma” (o “sustancia sobre forma”) es un término comúnmente empleado en el campo de la contabilidad y la auditoría. La “forma” se refiere a aspectos tangibles y al cumplimiento normativo, mientras que la “esencia” hace alusión a los hechos subyacentes. Por ejemplo, una transacción registrada como una venta por valor de cero no constituye una venta, sino un regalo o donación. Aunque se realice un registro formal como venta, la verdadera naturaleza de la transacción es un obsequio. La integridad también exige independencia y una diligencia debida constante.
Autonomía e imparcialidad.
Cuando se presta servicios de auditoría y otros servicios de aseguramiento, es necesario mantener la independencia tanto en la práctica como en la percepción. La independencia significa que no existe ningún vínculo especial o interés financiero con el cliente que pudiera influir en el juicio al evaluar la evidencia recopilada durante la ejecución del trabajo.
La independencia es fundamental para mantener la confianza en el proceso de auditoría. Por ejemplo, un auditor no puede auditar una empresa que sea propiedad de uno de sus hijos, ya que la apariencia de imparcialidad estaría comprometida, incluso si lograse mantener su independencia en la realidad.
Por otro lado, el auditor debe ser objetivo, lo que implica ser imparcial, honesto intelectualmente y libre de conflictos de interés. Esto se logra de las siguientes maneras:
- Ser imparcial: Implica mantener una actitud neutral y objetiva en todas las decisiones, basando la opinión y los informes únicamente en hechos, sin recurrir a suposiciones o prejuicios.
- Mantener la honestidad intelectual: Interpretar las normas y políticas de manera veraz y sincera, siendo fiel tanto al contenido como al espíritu de estas normativas.
- Evitar conflictos de interés: El auditor no debe prestar servicios a un cliente con el que tenga relaciones comerciales personales o no, que estén relacionadas con la auditoría.
Cuidado apropiado.
Al ofrecer servicios a un cliente, el auditor debe demostrar competencia y actuar con el debido cuidado, lo que implica planificar y supervisar adecuadamente todas las actividades profesionales bajo su responsabilidad. La competencia se refiere a la posesión de la formación y experiencia necesarias para llevar a cabo la tarea. Mantener la competencia exige un compromiso continuo con el aprendizaje y el desarrollo profesional, que puede lograrse mediante la participación en programas de educación continua a lo largo de la carrera.
La diligencia denota que el auditor trabaja al máximo de su capacidad, demostrando preocupación por el mejor interés del cliente, al tiempo que se ajusta a sus responsabilidades y sirve a la confianza del público. También implica proporcionar información de manera oportuna.
En conclusión, la ética en la auditoría es un pilar fundamental para la integridad y la confianza en el proceso de revisión de la información financiera. Los principios de integridad, independencia, objetividad y diligencia debida son esenciales para garantizar que los auditores cumplan con su responsabilidad de manera imparcial y profesional. Al mantener estos estándares éticos, los auditores contribuyen al interés público y a la transparencia en los negocios y las finanzas, brindando a las partes interesadas la certeza de que la información financiera es confiable y precisa.