En el contexto de una auditoría minuciosamente planificada, el artículo destaca la importancia de una comunicación efectiva entre el equipo auditor y el equipo del cliente. A lo largo del proceso de auditoría, el equipo auditor debe formular preguntas precisas y solicitar información relevante para llevar a cabo una evaluación exhaustiva de las operaciones financieras y contables de la entidad auditada.
Incluso en la auditoría más meticulosamente planned, el equipo auditor debe formular una serie de interrogantes y requerir una variedad de elementos al equipo del cliente. Estos pasos resultan valiosos para el auditor, ya sea mediante la asistencia directa o indirecta al preparar registros y análisis, rastrear documentación y gestionar diversas facetas de la auditoría, como elaborar confirmaciones de cuentas pendientes de pago.
Es esencial que el conjunto de auditores muestre una dosis adecuada de cortesía y consideración hacia el personal de la entidad auditada. Esto no solo contribuye a minimizar el número y la extensión de las interrupciones en las operaciones diarias, sino también garantiza que ambas partes compartan la comprensión de que la labor del auditor se orienta a una apreciación cabal de los asuntos y las operaciones del cliente, más que a una suerte de indagación policial.
El profesional de auditoría debe amoldarse a las costumbres y normativas laborales de la entidad cliente, las cuales pueden variar según la formalidad deseada. Algunas compañías tienen una preferencia marcada por la formalidad y la disciplina dentro de sus recintos, al paso que otras se inclinan por reglas más flexibles en cuanto al comportamiento. Cualquiera sea el caso, el auditor debe adecuarse a las pautas existentes.
Algunos clientes poseen la costumbre de que individuos ajenos, incluyendo al auditor externo, no interactúen directamente con los empleados, sino que canalicen sus interacciones a través de superiores jerárquicos. En contraste, otras empresas optan por designar uno o varios puntos de contacto encargados de interactuar con los auditores.
La mayoría de las organizaciones han establecido ciertas normativas (ya sea de manera formal o no) que conciernen al atuendo, la conducta, los horarios y otros aspectos semejantes. Es obligación del auditor ajustarse a estas pautas para poder compenetrarse con las rutinas administrativas. Esto resulta esencial, ya que, de lo contrario, podría comprometer la calidad de su labor, aun cuando esta sea técnicamente impecable. Cualquier negligencia en este sentido podría resultar molesta para el cliente, por ejemplo, si el personal llega tarde o pasa por alto cuestiones aparentemente triviales.
En conclusion, el artículo resalta la necesidad de que los auditores mantengan una actitud de cortesía y consideración hacia el personal de la entidad auditada. Al hacerlo, no solo se minimizan las interrupciones en las operaciones diarias, sino que también se promueve una comprensión mutua de que la labor del auditor se enfoca en comprender en profundidad los asuntos y operaciones del cliente en lugar de llevar a cabo una investigación intrusiva.