El conocimiento en el ámbito de la auditoría es esencial para el logro exitoso y la efectividad de cualquier profesional en esta disciplina. La tarea de la auditoría involucra el análisis de operaciones, procedimientos y registros financieros y contables de una entidad, con el objetivo de asegurar que estén en conformidad con las leyes, regulaciones, políticas internas y procedimientos de la organización. Por lo tanto, es imperativo que los auditores centren sus esfuerzos en adquirir destrezas técnicas, habilidades de comunicación y pensamiento crítico.
Entre las aptitudes técnicas esenciales para un auditor se incluye la comprensión de procesos, principios contables, sistemas y procedimientos financieros, así como la capacidad de llevar a cabo análisis de naturaleza económica. Paralelamente, las habilidades interpersonales cobran relevancia, ya que los auditores deben ser capaces de interactuar efectivamente con los clientes y otros colaboradores del equipo de auditoría. De igual manera, el pensamiento crítico, en términos de analizar y evaluar información, se presenta como un aspecto fundamental. Además, el cultivo del escepticismo resulta esencial para el ejercicio de la auditoría.
El proceso de aprendizaje en el ámbito de la auditoría se materializa a través de diversas vías, como la educación formal, la instrucción en el lugar de trabajo, la participación en conferencias y seminarios, y la cooperación con colegas auditores. A su vez, muchos auditores buscan certificaciones profesionales con el fin de mejorar su competencia y credibilidad en el ámbito de la auditoría.
En lo relativo a la práctica de la auditoría, la obtención de pruebas válidas y suficientes constituye un asunto crítico, ya que esto garantiza la base de información necesaria para fundamentar conclusiones, ya sea en relación a procedimientos o estados financieros de una entidad. De tal manera, el proceso formativo en auditoría debería hacer hincapié en la temática de la evidencia para reforzar las habilidades del auditor.
La evidencia utilizada en auditoría puede ser variada, abarcando documentos, registros financieros, confirmaciones de terceros, observaciones, entrevistas y pruebas de cumplimiento y sustantivas. Es de suma importancia que la evidencia recolectada sea pertinente, confiable y suficiente a fin de que el auditor pueda llegar a juicios adecuados.
El proceso de obtención de evidencia en auditoría involucra la planificación de los exámenes, su ejecución, la valoración de los resultados obtenidos y la documentación de los procedimientos llevados a cabo y los descubrimientos alcanzados.
Es válido destacar que, aunque la evidencia obtenida en auditoría no garantiza la detección total de todas las potenciales irregularidades o errores en procesos y estados financieros de una entidad, sí disminuye de manera significativa el riesgo de formular opiniones inapropiadas o incorrectas.
Considerando lo anterior, es relevante mencionar que el aprendizaje en el ámbito de la auditoría es esencial para lograr una obtención de evidencia eficaz. Los auditores requieren una comprensión sólida de los procedimientos de negocio y los controles asociados para determinar qué tipo de evidencia recopilar y cómo evaluarla. La capacidad para identificar áreas de riesgo y enfocarse en aspectos críticos emerge como una aptitud central que se nutre a través del proceso de aprendizaje en auditoría.
Adicionalmente, los auditores deben mantenerse al tanto de las normativas y regulaciones pertinentes con el propósito de asegurarse de que la evidencia recopilada sea pertinente y apropiada para sustentar sus conclusiones. El aprendizaje continuo y la actualización de conocimientos resultan fundamentales para que los auditores puedan llevar a cabo auditorías eficaces y cumplir con los requisitos de su labor.
Por otro lado, al llevar a cabo el trabajo de auditoría, la calidad de la evidencia es un factor a tener en cuenta. Aunque los auditores necesitan recolectar evidencia para respaldar sus conclusiones, deben ser cuidadosos respecto a la suficiencia, relevancia y confiabilidad de la información recolectada. En cuanto a la suficiencia, es necesario que la cantidad y calidad de la evidencia sean apropiadas para fundamentar la opinión del auditor.
En consecuencia, resulta fundamental que el auditor documente apropiadamente la calidad de la evidencia recolectada durante la auditoría. Esto abarca los procedimientos de auditoría realizados, la fuente de la evidencia, la cantidad y pertinencia de la evidencia, así como las conclusiones del auditor basadas en la evidencia obtenida. Este enfoque aborda uno de los desafíos que enfrentan los auditores, que es respaldar sus hallazgos.
En el transcurso de su labor, los auditores presentan sus hallazgos y, en las interacciones con la dirección, en ocasiones, el cliente puede intentar demostrar que todo está en orden. Por lo tanto, resulta vital llevar a cabo análisis exhaustivos de procesos y controles con el fin de validar descripciones, puntos de control, autorizaciones, manejo de situaciones excepcionales y otros aspectos. El auditor debe confirmar los diseños de control y llevar a cabo pruebas de recorrido o utilizar análisis de datos para evaluar la eficacia operativa y fundamentar debidamente su opinión.
Adicionalmente, la alta dirección debe disponer de pruebas de la efectividad de los controles, los resultados obtenidos y revisiones que sustenten la operatividad del sistema de control interno. Ante tal información, los auditores deben mantener su actitud escéptica. Esto implica confiar, pero verificar siempre. Rutinariamente, deben corroborar datos, realizar observaciones y mantener diálogos de gestión, profundizando cuando sea necesario.
El auditor precisa contar con evidencia documentada que respalde los resultados de su labor. Si no puede visualizar pruebas claras ni validar los resultados esperados, debe alzar una señal de advertencia. Es crucial enfatizar que los resultados de la auditoría deben estar siempre respaldados por evidencia, y las conclusiones a las que llegan los auditores deben estar alineadas con la metodología de auditoría, además de ser susceptibles de superar una revisión independiente como parte de un proceso de control de calidad.
En última instancia, al presentar pruebas concretas y sólidas a la dirección, se facilita la abordación de dificultades, lo que a su vez conlleva a una resolución más directa y con menor impacto de los problemas detectados mediante la auditoría. Similarmente, si un auditor llega a conclusiones que no pueden ser respaldadas de manera clara por la evidencia de auditoría, corre el riesgo de poner en peligro su reputación profesional.