La crisis global ha sido un catalizador de transformaciones profundas tanto para individuos como para empresas. Este artículo explora los impactos de esta crisis en la transformación de las organizaciones y cómo el mundo digital ha avanzado rápidamente, impulsando cambios en la forma en que operamos, trabajamos y nos relacionamos. Desde convocatorias virtuales hasta educación en línea, la digitalización ha sido una constante.
La presente global crisis ha instigado variadas transformaciones en la existencia de individuals y compañías. En algún punto, que se anticipa no esté muy distante en el futuro, llegará a su fin, y uno de sus impactos residirá en la transformación intrínseca de las organizaciones. Algunas han sufrido debilitamiento o incluso desaparición, mientras que otras han adquirido mayor solidez. Para la gran mayoría, un retorno a su estado previo es improbable.
El dominio digital ha avanzado con mayor celeridad. Repentinamente, las convocatorias ahora son virtuales, el empleo mayormente se ha vuelto remoto gracias a los recursos tecnológicos, al igual que la educación. La inteligencia artificial ha experimentado un auge substancial; empresas de diversas índoles han adoptado la vía electrónica y varios servicios se brindan en línea mediante la explotación de transmisiones de audio y video. Desde consultas médicas hasta conciertos, el ámbito es cada vez más digital.
La mayoría de las compañías se esfuerza por recuperarse de una coyuntura financiera desafiante. Un gran número de empresas pequeñas se encuentran en riesgo, como es el caso de aerolíneas que enfrentan la posibilidad de bancarrota, y todas las ramas industriales enfrentan nuevas realidades. Las regulaciones gubernamentales y los recursos dedicados a la recuperación jugarán un papel crítico en el porvenir empresarial. En medio de este panorama, los contables y auditores tienen una valiosa ocasión para contribuir a la revitalización de las compañías. En su papel profesional, los auditores encarnan un factor de confiabilidad y credibilidad que les permite guiar a los clientes en esta travesía donde la optimización de recursos es crucial. Algunos aspectos a considerar en el ejercicio de los auditores en este contexto son los siguientes:
Mayor previsión, menos reacción
En este entorno emergente, los auditores tienen la capacidad de detectar las oportunidades, retos y necesidades cambiantes de los clientes. Sus competencias y capacidades les otorgan la facultad de mantenerse al tanto y descifrar las mutaciones regulatorias en pro de la recuperación. La comunicación proactiva con los clientes resulta imperativa, evitando la espera hasta que ellos inicien el contacto. Anticipar sus requerimientos se torna crucial.
El futuro se orienta más hacia el ámbito de la nube, con menor presencia de operaciones o aplicaciones aisladas. Este giro ha traído consigo nuevos riesgos de seguridad cibernética, los cuales necesitan ser mitigados. Asimismo, es evidente que muchas compañías deben adoptar nuevos modelos de negocio o reformar en gran medida sus operaciones existentes para subsistir o prosperar en esta crisis financiera. Los auditores pueden aportar un enfoque más estratégico en la planificación, así como innovación y creatividad, reduciendo la dependencia en tendencias históricas.
En un entorno con muchas empresas bajo estrés financiero, se requiere una gestión más aguda de los balances, una proyección más detallada de los flujos de efectivo, mayor análisis y un menor énfasis en los estados de resultados históricos, abogando por la simplicidad en vez de la complejidad.
Mente abierta en mayor medida, menos conjeturas
Indudablemente, esta crisis ha subrayado la importancia de mantener una mentalidad abierta ante prejuicios arraigados. La pandemia ha forzado una adopción más acentuada del trabajo digital, con una considerable cantidad de labores remotas y mayor flexibilidad.
La disposición mental abierta involucra someter las creencias y supuestos a pruebas a través de información, pensamientos e ideas nuevas y, posiblemente, opuestas. Solo a través de una voluntad de evaluar creencias y suposiciones, se logra mantener la mente abierta. Desde esta perspectiva, es plausible reevaluar las prioridades. ¿Se están ejecutando las acciones correctas, o solo creemos que lo son? Reflexionar sobre esta cuestión cobra importancia. Con tantos cambios, la certeza es esquiva, pero la evaluación de las oportunidades se torna más viable. De esta manera, se clarifican los enfoques para los equipos de trabajo.
Relaciones más informales, menos formalidad
Durante la pandemia, tanto las videoconferencias como el teletrabajo desde los hogares se han incrementado considerablemente. Estas situaciones han permitido una mayor visibilidad de la vida personal y el compartir de entornos familiares. Esto ha facilitado la familiarización con hijos, mascotas, espacios personales, y hábitos de alimentación y descanso, entre otros, de manera espontánea. Como resultado, las relaciones con clientes y colaboradores tienden a adoptar una dimensión menos formal, con mayor cercanía entre diversos niveles de la firma y un acercamiento más directo del liderazgo hacia los miembros de los equipos y los clientes, una tendencia que posiblemente perdurará.
Mayor colaboración, menos presencia física
Las reuniones virtuales han permitido una participación más amplia de miembros y colaboradores de las firmas y sus clientes. Esta flexibilidad beneficia la ejecución de las labores. Las pruebas, obtención de evidencia, ciertos análisis y resultados se ven favorecidos al poder ser realizados de manera remota e, incluso, simultánea. El trabajo se desarrolla de manera ágil. En ese sentido, muchos miembros de los equipos de auditoría no estarán dispuestos a renunciar a esta flexibilidad. Las firmas exitosas serán aquellas capaces de contar con una mayor cantidad de miembros adaptados a este nuevo esquema.
Esto, a su vez, genera modificaciones en la infraestructura. La necesidad de espacio de oficina podría reducirse. Incluso, para ciertas tareas específicas, podría buscarse alternativas de espacios compartidos o llevar a cabo todas las actividades desde el hogar.
Mayor eficacia en menos tiempo
En el escenario actual, han surgido numerosas oportunidades para agregar un valor significativo al trabajo realizado para los clientes. La digitalización acelerada ha beneficiado a empresas y firmas. En muchos casos, los tiempos de respuesta se han reducido y se ha incrementado la productividad y consecución de resultados; esto deja un mayor margen para analizar perspectivas y riesgos.
En tanto los auditores sean más ágiles y proactivos, adelantando informes en tiempo real a los clientes, se lograrán ahorros en la labor. La adopción y uso de herramientas de análisis de datos y pruebas remotas se ha convertido en una práctica común y brinda oportunidades para obtener resultados de alto impacto mediante un enfoque adecuado.
Los auditores enfrentan el desafío constante de reinventarse e innovar en términos de cómo abordar las cambiantes necesidades de los clientes. Surge una oportunidad para aprender y anticipar las necesidades cambiantes, lo cual se traducirá en un fortalecimiento de la profesión. La visión del trabajo debe incorporar el principio de lograr más con menos.
La crisis global ha dejado una profunda marca en el mundo de los negocios y la sociedad en general. Las empresas se han visto obligadas a transformarse en múltiples aspectos, desde la adopción acelerada de tecnologías digitales hasta la reevaluación de modelos de negocio tradicionales. En este contexto, los auditores y contadores tienen la oportunidad de desempeñar un papel crucial en la revitalización de las compañías y en la adaptación a esta nueva realidad.
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