La influencia de los antecedentes personales, incluyendo los auditores, en la observación y comprensión de fenómenos y situaciones, puede verse moldeada por su conocimiento previo. La necesidad de objetividad en la labor de auditoría requiere cautela para evitar sesgos inconscientes como el sesgo de grupo y la confirmación. Estos sesgos, a nivel individual, pueden entorpecer la imparcialidad y poner en riesgo la aplicación de principios éticos esenciales en línea con el compromiso público. Por tanto, se debe ser precavido en los equipos para detectar y reducir los efectos negativos de sesgos en el análisis y valoración de información con fines decisionales. La Junta de Normas Internacionales de Ética para Contadores (International Ethics Standards Board for Accountants – IESBA) ha subrayado la relevancia de que los profesionales contables sean conscientes del riesgo de sesgo al decidir, consideración que está incorporada en el actual código de ética.
Este sesgo también puede manifestarse en la tecnología. Ejemplarmente, sistemas de inteligencia artificial pueden reflejar sesgos heredados de su programación inicial y/o los datos con los que son entrenados. Los sesgos en estos sistemas presentan amenazas considerables para la imparcialidad, pertinencia y eficacia de la toma de decisiones, especialmente si carecen de transparencia y son difíciles de justificar. Aunque estos sistemas requieren una supervisión humana más intensiva, al mismo tiempo su control se vuelve más desafiante.
El sesgo siempre ha sido un elemento a considerar al analizar información, pero en la era digital, ha exacerbado divisiones. La incertidumbre inherente a situaciones complejas puede amplificar el sesgo, fomentando posturas más arraigadas y menos abiertas a perspectivas divergentes. Esto complica alcanzar un consenso sobre cómo atender de mejor manera el bienestar público, especialmente en contextos de polarización.
Una parte significativa de los datos para la labor de auditoría proviene de fuentes en línea. Estos datos pueden estar influidos en gran medida por algoritmos diseñados para mostrar ciertos contenidos. La tecnología facilita la propagación veloz de desinformación. La proliferación de información falsa es palpable; su producción es más sencilla y cada vez más convincente. Identificar fuentes confiables de información se torna más desafiante en tanto que la confianza en instituciones parece disminuir.
Diferenciar entre hechos, opiniones y falsedades requiere que los auditores estén perpetuamente alerta. Dado que gran parte de su conocimiento depende de evidencias proporcionadas por otros, basadas en confianza, mantener una perspectiva crítica y aplicar escepticismo y juicio son esenciales en relación a cualquier tipo de información. Esta realidad subraya la importancia de habilidades comunicativas efectivas y competencias interpersonales para transmitir resultados y explicaciones de manera efectiva.
Considerando lo previamente expuesto, los auditores desempeñan un rol fundamental como líderes éticos y consejeros de confianza tanto dentro como fuera de las organizaciones. Sin embargo, para mantener su relevancia, es imperativo que expandan su perspectiva y sus percepciones, adoptando un nuevo paradigma. En lugar de ser principalmente reconocidos como expertos en campos de competencia técnica, deben ser visualizados como pensadores estratégicos, solucionadores de problemas sólidos, líderes éticos y comunicadores hábiles. Estos profesionales aportan una amplia experiencia en una diversidad de áreas contables y comerciales. El énfasis debe situarse en las habilidades que una máquina no puede desempeñar de manera más efectiva que un ser humano, ni en el presente ni en un futuro cercano.
En conclusión, la influencia de los antecedentes personales, tanto de los auditores como de las personas que interactúan con la información, desempeña un papel crucial en la observación y comprensión de fenómenos y situaciones. Estos antecedentes pueden moldear la interpretación de datos y eventos, lo que resalta la importancia del conocimiento previo en el proceso de análisis. Sin embargo, la necesidad imperante de objetividad en la labor de auditoría exige que se ejerza cautela para evitar la manifestación de sesgos inconscientes, como el sesgo de grupo y la confirmación.